El plasma es el líquido sanguíneo que queda tras la eliminación de los componentes celulares (globulos rojos y blancos). Contiene factores de crecimiento importantes para la reparación de los tejidos pero tienen una durabilidad muy baja. Las células, por el contrario, son los “obreros” que se encargan directamente de la reparación y su actividad en mucho más prolongada en el tiempo.